LA LEONERA
Mucha gente apurada, los supermercados repletos y yo
sin planes oyendo las canciones de Eric Clapton en mi estéreo... Alguien vino a salvarme (ya no recuerdo),
viajamos a la Leonera en un auto repleto. Llevo un suéter, una polera y cuadernos.
Con mis primos al río hablando todos al mismo tiempo. Es año nuevo y nadie
piensa que este podría ser el último momento, nadie piensa que por culpa del
tiempo la vida nos deja tirados en cualquier parte sin brújula y sin
escapatoria. El río que es ancho disminuye miedos, el agua y el viento, los
pájaros y las piedras, los árboles y la alegría de ser libres de cuerpos
mojados, nadando en el río. Soy una niña de nueve años de calzones rojos y
corpiño morado, de cabellos castaños caídos y livianos que se van por el río…
una niña de nueve años que escribe poesías a escondidas, a la luz de la vela, a
la sombra de un ser imaginario, una niña que ahora se despreocupa, echada hacia
atrás, nadando en el río, abrazada al cuello de sus primos, que nunca más
vinieron a salvarla.
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