viernes, 2 de noviembre de 2012

CAMBIO DE CASA
El verano consumiendo las plantas al borde de la expiración, lagartijas paseando por el lomo de mi pandereta. Llevo lentes oscuros y el vestido de flores grandes qué importa tu vestido, dijo mi hermana cuando eché un vistazo a mi sexy indumentaria. Píntate la boca mejor, alegó con furia. No quise hacerle caso, cierta incertidumbre hacía que temiera el desenlace de esa historia. Caminé segura y erguida con mis tacos nuevos por el asfalto. El tipo con otra y yo sola. El final y el comienzo ¡qué te importa! Alegó mi hermana enfrentándolo cara a cara, yo seguí caminando. Es verano del año… ya ni recuerdo. A los catorce años enamorada de uno de veinticinco, es peor que un mal sueño. Subimos al camión viejo que llevaba la muda de mi antigua casa. Me fui contando las rayas de su suéter, con la que aparecía por la vereda de enfrente, para darme un beso. Me fui con la pena observando mi vestido de flores grandes y él con otra que ahora se recostaba en su pecho. Subimos la colina y entramos a un poblado de eucaliptus, nuestra casa nueva rodeada de flores silvestres encogida por el viento.

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