Busco
el sol bajo todos los malos presagios en esa sombra que cubre los espacios de
los ventanales y sus cortinas siempre cerradas. Busco el sol con la certeza de
encontrarlo travieso en un día de mayo, los árboles tremendos sacuden sus
hojas, se desvisten a ojos vista del
mundo en ese quehacer inmune del tiempo cuando llueve.
lunes, 3 de octubre de 2016
MARÍA MAGDALENA
Con los
labios rojos y los ojos hinchados María Magdalena llora como tal mujer llora en
ese silencio de no poder insultar, de no poder olvidar … llora así con el
corazón quemado por este destino de ser simplemente mujer con esos labios
rojos, con esa cabellera suelta y los pechos aprisionados, en el vientre unas
semillas que urgen por crecer.
María
Magdalena y su llanto con esa derrota sobrecogedora de un mal presagio que se
hunde entre las piernas como el ruedo del vestido, como la vida que no disculpa
que María Magdalena tenga los labios rojos y la suelta cabellera con sus dos
pechos firmes y que tenga una semilla adentro de su vientre con un tallo que se
escapa entre las piernas.
María
Magdalena y su boca de amapola en la sombra de los pecados que no se dicen y se
aprenden de niños. Ella y su tul sonrojado, tiembla el cáliz cuando se beben de
a poco sus lágrimas, la pálida cara en una hostia dibuja ojos de amor que no
mueren, de un amor tan sagrado como los mil latigazos.
María Magdalena viaja de ruta en ruta con esa
pasión escondida ¡que nunca más le lancen piedras!
NO ESCUCHO
Tener
el alma cansada con esa espesa esperanza de un sol radiante allá afuera pero la
vida deja libre esa musiquilla de siempre en la oreja; autos, bocinas, campanas
de iglesias, las veces que destapan alcantarillados en las soleras, ruido de zapatos
pisando asfalto… tanto que contaminan mis oídos porque desde hace un tiempo los
ruidos son tremendos, así como estallidos al fondo de mi cabeza.
Entonces
extiendo mis ojos al televisor, las imágenes me parecen ruidosas aunque no
digan nada, hablen bajito y se mantengan inmóviles.
Mi
sordera no es un desequilibrio hormonal, ni una mala jugada de mi sangre, ni un
arrebato cardiaco, ni una ineficiencia medicinal… viene de tanto escuchar malas
palabras, de tanto oír un repertorio con falsos juramentos, de este corazón
expuesto a la intemperie sin suponer vendría el aguacero que lo dejó estilando.
Hay
tanto ruido que parece una explosión de miles de voces pidiendo algo que nunca
les dan, miles de exaltados igual a una jauría, un arrebato de la calma,
diciendo tanto… como no saben que poco escucho ¡por qué no se callan!
COMO ME GUSTA SER MUJER
Cómo me
gusta ser mujer en este sueño de ser la preferida por un dios que me mira y
aplaude mis aciertos. Cómo me gusta tener pestañas largas y ojos pequeños,
almendrados con esa luz de sol infiltrada desde la sombra de una hoja de parra.
Cómo me gusta usar mi pelo así todo alborotado al viento en ese canto que se
esparce por cada hebra como corcel atravesando ríos en invierno. Ser siempre
ligera en el camino, dar zancadas certeras y no turbarme de vitrinas ni espejos.
Ser mujer de labios rosa que tararean canciones de la radio en los días
festivos desde la taza del té donde se hunde la mañana y la lluvia dice una
poesía despacio en el patio de la casa.
Cómo me
gusta ser mujer que lee, que discute, que triunfa, que llora, que no tolera,
que se amurra, que sufre, que ama y se conforma. Ser mujer llena de miedos, de
una valentía suprema, de unos celos caóticos, de una paciencia infinita. Ser
mujer apacible, afiebrada de nostalgia, contagiada de proyectos, coleccionista
de pasajes hacia las ciudades que ya ni tienen color en el mapa.
Cómo me
gusta ser mujer con ese dolor indescriptible que se hace mensual y deprime mis
gestos, en la fertilidad nudo en el útero y los cansados pechos; como sentirse
viva y vuelta a morir cubierta de sangre
en el abismo de estar sujeta por los acertijos de un destino que pudiera ser el
bien o mal amor lanzado a una moneda entre cara o cello y ser incierta,
sorprendida a veces con la muerte, a veces con la furia de una tempestad
entrada por la ventana. Ser mujer para el sosiego de mi hijo que aún se duerme
cuando yo me duermo y se pone contento si le sonrío.
Como me
gusta ser mujer y fuente de inspiración en las leyes, en el comercio, en las
redes sociales, en los periódicos, en los libros, en la tele … Ser victoria y
leyenda para mi descendencia con mis fracasos y triunfos que recuerde esa
fotografía pegada a la pantalla de un viejo computador encendido.
Estoy enojada
porque mi llave no abre todas las puertas que quisiera
Porque en mi calle
existe el rumor de verano agotador en las soleras
Porque mi impulso
de vestir como quiera se guarda aún en el closet
Porque mis
quehaceres no lidian con mi tiempo y el sol se duerme del hastío
Estoy enojada con
el ceño fruncido un puño cerrado y una vena hinchada en la cabeza
No puedo tener
calma es mi enojo permanente que vive de encierro
Que se alimenta
del calor ocioso y se divierte con mis malos pensamientos
Estoy detrás de
unas cortinas coloradas con un ojo abierto hacia el ventanal que sueña tus
pisadas
Una maldición de
mal aliento a veces llega desde la plaza y se escurre por el lavaplatos.
Muchos de mis
experimentos que desbordan las ollas los domingos han fracasado
Mil manchas aún no
se despegan de los azulejos y los visillos amarillentos donde moscas pegadas
son delicias para
las arañas.
No lavo mi pelo y
uso una sola prenda de vestir porque mi enojo es con los convencionalismos,
con los antojos,
con los entredichos, con el destino, con la vida,
con la poesía que
rompe todas las venas de mis arterias con las que defiendo mi orgullo.
EN LA CIUDAD
Mi
cigarrillo confundido por la brisa degastada y nauseabunda de esta ciudad
balbuceando ruidos de automóviles que arrugan como pañuelo las calles de
asfalto en un día de vida cotidiana; vago con mis cinco sentidos útiles
todavía, me digo mientras hojeo un periódico que cuelga desde un montón de
revistas insoportables con lentejuelas en sus portadas. Después de haber estado
más de un año metido en los parajes del sur, esto me parece un renacimiento con
mi propio yo, destructivo o decadente. Los cristales de las vitrinas de los
bancos y los grandes almacenes revelan mi mal semblante cubierto por este
sombrero de alas cortas como mis propias alas tal vez.
Allá y
acá las cabezas de hombres y mujeres desfilan con sus bolsos, mochilas o
maletines sostenidos de ambiciones, grandezas o vanidades; observo y
reflexiono, en las casillas ocupadas de mis abstracciones ¿dónde se encuentra
la libertad? ¿Dónde está la pasión? ¡Dónde está la salida! Y busco en esa
costumbre idiota del que siente y piensa así como todos los reos.
DE NOCHE
Como es
costumbre encendió el cigarrillo en el patio justo cuando ya no quedaban
invitados y el piso volvía a su normalidad con el brillo de la baldosa. Justo
cuando ato mi pelo en ese ademan de cansancio y hastío, ya se fueron los
invitados, me repetí. Vuelvo a mirarlo y su semblante perdido en la bruma del
humo. Me acerco, quería sentir sus labios en esa sed indescifrable que sólo las
células en su impaciencia multiplican. Recogí el vestido para sentarme en sus
rodillas, sacado de su abstracción me apartó usando breves monosílabos
ininteligibles o vulgares. Se puso de pie, apagó el cigarrillo y se marchó
cruzando el umbral que sostenía mi esperanza.
sábado, 1 de octubre de 2016
TU
LIBRO
Hundirme
de pasión en esa poesía tuya que me estimula el alma a ojos cerrados en una
barcaza allá lejos con esa musiquilla de versos que corren desde las hojas de
tu libro hasta las arterias que cruzan mis sentidos, mis células… mi entraña.
Estoy
hilvanando tus palabras en el ruedo de mi vestido, trenzándolas en mi pelo,
jugando con mi boca, apretándola con mis labios.
Tu
poesía que es agua de ningún manantial, de ninguna vertiente pues no va hacia
ningún mar sino se queda para el goce de mis manos, de mi vientre, de mi cara,
de este corazón.
Y ser
tú mi poesía con esas manos que escriben, en esa fe del hombre y su amor llano,
profundo, claro, imbatible, sincero, almácigo de una reserva cósmica irreversible
y cálida con que se abre este universo de ser tú mi poesía que se guarda y se
muestra bajo y sobre mi piel, de estar lejos o cerca, de tu libro azul que se duerme entre mis
piernas cuando la noche es larga y no deja de llover.
ENTRE EL
AMOR Y EL DESEO
La dama
del amor a oscuras en esa fase de ser traviesa para que pongas tus dedos sobre
mi piel y juegues a ser varón conquistado e inquieto en el halo de tus sueños,
al borde de mis deseos, al borde de tus deseos… Besar tu boca en lo oscuro,
contar tus pecas y hacer con ellas un laberinto por donde circulen todos mis
bríos de ser tuya en ese fogoso misterio que nos da el amor, en ese misterio de
ser fuego. Tuya en esa locura de pasión por donde pasan tus dedos buscando,
rasgando hasta encontrar. Bebo de tu lengua algo que es mío y que descubren tus
labios que hurguetean entre mis piernas. Soy tuya en ese gemido del corazón, en
ese minúsculo segundo que me proporcionan tus movimientos sobre mí en la
eyaculación y los orgasmos que nos permite este amor de tanto fuego que se
vierte dulce y cálido sobre mi vientre.
CONTIGO
Amanecer contigo en Pichilemu entre tus piernas, entre tus
besos ser siempre doncella para tus encantos, ser siempre el pliegue que atas a
tu espalda como la sábana naranja de nuestros juegos en la cama. Beber a
pequeños sorbos el aire que sube hasta la cima de este amor mío tan espléndido,
tan asombroso como el sol sobre el agua de Pichilemu. Un amor que es el
balbuceo de las horas mal contadas y malgastadas desde el bosque al mar y del
mar a mis entrañas en donde guardo todas las semillas que me obsequiaste hasta
las horas de mi muerte.
martes, 5 de abril de 2016
DE
MAÑANA
Las
hojas verdes que cuelgan desde la tapia al suelo amenazan todas las mañanas con
entrar por la ventana. Hoy las vi colorearse de otro modo cuando las
sorprendí al ojo de mi taza con café.
Presentí
que este día sería distinto, presentí vendría la discusión con ese agotador
discurso y las palabras que no se quieren oír. Lo presentí. Volví mi cara al
ventanal justo cuando su mano tanteaba mi muslo bajo mi camisa y pellizcaba mis
pechos como si ese acto fuera costumbre. Quité sus manos de encima y volví a mis
pensamientos del café y las hojas coloreadas de sol que se me antojaba por la
ventana. Supuse su descontento y lo que balbuceaba su inconsciente. Lo supuse.
El sonido de las llaves y el golpe de la puerta de calle tampoco hicieron que
me detuviera a escudriñar ningún mal humor. No hay tiempo, la vida se desplaza
en la multiplicación de las hojas verdes que amenazan con subir hasta la
ventana y entrar a mi casa.
lunes, 4 de abril de 2016
DEL
MAL AMOR
Ella
minúscula en su humildad de poca ropa en el umbral, con esos ojos como lámparas
yo afirmado a mis pensamientos infieles; a mis pensamientos de hombre obrero
que se desliza por tantos parajes del subconsciente. La miro en esa fortaleza
que cubre su aura de hembra y de pelo revuelto sobre sus pechos. Me lo digo
para dentro, tengo esa vanidad que es por mí. Fue cuando pulsa la puerta de ese
cuarto y me empuja hacia dentro, no hay muebles sino una luz pequeña que
tintinea de vez en cuando. La cama y un lavamanos allá al fondo. Ella respira
cerca, siento sus labios y la osadía de sus manos, somos dos o uno, en esa
confusión del mal amor que cubren las paredes de un cuarto sin ventanas.
sábado, 6 de febrero de 2016
TATUAJE
Voy a
tatuarme tu nombre así de corrido en esos bríos de caballos galopando por mis
venas, por mis células, allá en ese callejón de la nostalgia, un verbo, una
etiqueta, será tu nombre, con esas iniciales de fechas sobre una pirámide, en
el surco de mi antojo como si fuera forzada a creer en ti siempre y para siempre
en esa obsesión de la palabra, de los argumentos, de las contradicciones, de
los malos tiempos, de los cambios entre fase oscura o fase clara que tiene a
veces tu luna. No tengo sino esto de ser toda vida para ti, ser la sucesión de
tus versos, de tus sueños que caminan entre mis noches saltando de calor, de
frío porque mis desvelos son pasiones, obsesiones, letargos … Tatuar tu nombre mezclado con mi sangre en
ese pacto que dice “sin olvido”, en la resistencia total como la única batalla
que nos queda, en ese juicio sufrible de cargos por ser cómplices de una
rebelión echa a pulso tangible, indestructible, amenazado de suicido como un
disparo en la cabeza, como caer a un arrecife en la velocidad fulminante de
esta vida en la que yo estoy y estaré para ti. ¡Qué importa sea profano! He ido
y vuelvo al infierno y caído al edén tantas veces…
Este es
el último de mis vinos, leo con dificultad la etiqueta y razono…
La
lluvia afuera cae sin piedad contra los granos de uva y los gorriones insisten
como equilibristas sobre los cables eléctricos. La nubosidad de un mal día tal
vez. Esta casa sin ruidos por eso destapo la botella y vierto en una copa. A
veces descubro mis sueños entre las líneas de un escrito en un diario “se vende
parcela a bajo costo” “se vende Toyota último modelo” “busco marido de
cincuenta años” “vendo biblias” … En las
afueras de este pueblo los autos veloces buscan destino y las aves que
peregrinas dan saltos en los sembrados asustadizas de los gatos. No suelo dormir, mis rincones desiertos, no
guardo cuadros para colgar ni esos adornos obsoletos que indican este es tu
hogar o tu estilo como esas mujeres sofisticadas con tanto rush en los labios. Apilo
libros de diferentes autores en una pequeña mesa de escritorio los leo de a uno
a hojas saltadas cuando tengo ánimo copio algunas frases no sé para qué la
filosofía de toda esa gente perdida, me digo cuando los miro de reojo entre la
tele y la ventana. Y voy por esta ruta incierta de una caja con agujeros allá
afuera alguien como yo pase un mal rato con esta lluvia que destroza los granos
de uva que nunca cosecho y haga temblar los cables eléctricos donde gorriones
insisten en el trapecio.
Y dije sí
porque pensé en la muchacha aquella con su sombrilla refugiada de no sé qué.
La noté
distraída oprimiendo una mochila observando no sé qué.
Y dije
sí porque soy un bobo coleccionista de estampillas como si eso fuese
coleccionista de fotografías decadentes o maravillosas de rostros y de pasos
que hacen crujir el pavimento.
Soy
estúpido por observar tantas veces como repetidas son las vueltas de un bus
oruga por las calles de esta ciudad maltratada por los periódicos y las clases
subterráneas que desde no sé cuándo portan armas de todo tipo sumándose a la
mala fama de los barrios neoyorquinos o las favelas y su deplorable e insana
pobreza de gente sin zapatos o tirada al sol.
Y dije
sí con una sonrisa a medias con esa inseguridad que me cuelga del pelo a la
chaqueta sumando golpes pequeños con los dedos y viendo desaparecer ese
monosílabo susurrante en mi cabeza.
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