Y dije sí
porque pensé en la muchacha aquella con su sombrilla refugiada de no sé qué.
La noté
distraída oprimiendo una mochila observando no sé qué.
Y dije
sí porque soy un bobo coleccionista de estampillas como si eso fuese
coleccionista de fotografías decadentes o maravillosas de rostros y de pasos
que hacen crujir el pavimento.
Soy
estúpido por observar tantas veces como repetidas son las vueltas de un bus
oruga por las calles de esta ciudad maltratada por los periódicos y las clases
subterráneas que desde no sé cuándo portan armas de todo tipo sumándose a la
mala fama de los barrios neoyorquinos o las favelas y su deplorable e insana
pobreza de gente sin zapatos o tirada al sol.
Y dije
sí con una sonrisa a medias con esa inseguridad que me cuelga del pelo a la
chaqueta sumando golpes pequeños con los dedos y viendo desaparecer ese
monosílabo susurrante en mi cabeza.
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