EN LA CIUDAD
Mi
cigarrillo confundido por la brisa degastada y nauseabunda de esta ciudad
balbuceando ruidos de automóviles que arrugan como pañuelo las calles de
asfalto en un día de vida cotidiana; vago con mis cinco sentidos útiles
todavía, me digo mientras hojeo un periódico que cuelga desde un montón de
revistas insoportables con lentejuelas en sus portadas. Después de haber estado
más de un año metido en los parajes del sur, esto me parece un renacimiento con
mi propio yo, destructivo o decadente. Los cristales de las vitrinas de los
bancos y los grandes almacenes revelan mi mal semblante cubierto por este
sombrero de alas cortas como mis propias alas tal vez.
Allá y
acá las cabezas de hombres y mujeres desfilan con sus bolsos, mochilas o
maletines sostenidos de ambiciones, grandezas o vanidades; observo y
reflexiono, en las casillas ocupadas de mis abstracciones ¿dónde se encuentra
la libertad? ¿Dónde está la pasión? ¡Dónde está la salida! Y busco en esa
costumbre idiota del que siente y piensa así como todos los reos.
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