DE NOCHE
Como es
costumbre encendió el cigarrillo en el patio justo cuando ya no quedaban
invitados y el piso volvía a su normalidad con el brillo de la baldosa. Justo
cuando ato mi pelo en ese ademan de cansancio y hastío, ya se fueron los
invitados, me repetí. Vuelvo a mirarlo y su semblante perdido en la bruma del
humo. Me acerco, quería sentir sus labios en esa sed indescifrable que sólo las
células en su impaciencia multiplican. Recogí el vestido para sentarme en sus
rodillas, sacado de su abstracción me apartó usando breves monosílabos
ininteligibles o vulgares. Se puso de pie, apagó el cigarrillo y se marchó
cruzando el umbral que sostenía mi esperanza.
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