domingo, 13 de abril de 2014

A esa hora en el sol la silla de totora y la fogata en donde mi abuela ponía su tarro a hervir la fruta que iba sacando de un canasto de mimbre mis ojos en sus manos, tanto que ella afanaba y el calor sobre la frente y yo pequeñita apenas me veía, a ratos mi padre me subía a sus brazos en un vuelo de aeroplano consumía mi cabeza adentro del canasto.

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