domingo, 22 de diciembre de 2013

AL OÍDO

Casi al borde del apuro doy vuelta la llave y entro. El perfume de algunas flores en un viejo frasco y sus pétalos esparcidos sobre la mesa me recordó que nadie es perfecto y que el atropello y la falsedad existen. Me hundo en el sillón, observo el jarrón y los pétalos, recuerdo con enojo muerdo mis labios en silencio. Suena el celular y contesto: “tengo dos palabras que decirte, déjame decirte estas dos palabras y me callo: te amo negra…” quedo con el aparato girando entre los dedos, la voz salida de ahí dentro y los ecos de nadie en una sala vacía. La sospecha es real ya no más mentiras. Me pongo de pie, dejo el celular en la mesa, ordeno mi pelo, seco las lágrimas que no paran de caer y salgo de la casa de mi amiga, repasando una y otra vez la voz de él, al oído: “ …te amo negra”.


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