FLORES EN EL PELO
Estuvo un rato observándome, afuera el aire sucumbía
por los pasajes, el sol quemaba fuerte sobre el asfalto y otro tanto, daba
justo en los ventanales. Era el chico de veinte años con sus ojos, cabellos y
sonrisa de veinte años. Manos en los bolsillos, traicionado por ese pequeño
gesto, intuí; temía revelarse. Bajó la cabeza cuando me dispuse a hablarle, repasó con un dedo las líneas de los bordes que se contabilizaban en mi escritorio. No puedo
precisar el tiempo dado en ese acto, sin embargo tenía el impulso de tocarlo. Adivinando
esta intención, paseó uno, dos pasos hasta quedar casi rozándonos la nariz. El
chico de veinte años, con sus ojos, cabellos y sonrisa de veinte años, sacó sus
manos de los bolsillos para alargarlas hasta mí: “tienes flores en el
pelo”.
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