miércoles, 17 de octubre de 2018


REFLEXIÓN DE LA TARDE III

La tarde exprime sus últimos soles, caen lentamente a la ciudad. La ciudad encogida y fría los recibe. Una vez más vuelves a tocarme con tu mano invisible. En ocasiones un juicio soberbio y febril despojaba mi calma. Ya no. Soy pequeña en el universo, me digo. Y tambaleo porque mi barcaza es de musgo que teme a las palabras. Te amo, aunque mi alma se desvanece a través de la tinta de mi lápiz, como la magnolia sumergida en el océano, fatalidad irreversible del destino.
En la expectación de los nuevos años y la diversidad que nos entrega la vida, marcho hacia donde el sol me lleve. Aunque las hojas caigan de sus ramas sé que no destruyen nada pues vuelven a vivir en los próximos meses. Mientras, mi música favorita arranca desde los parlantes de estos fonos del silencio al cosmos. Es inigualable

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