lunes, 29 de octubre de 2012

QUIERO VER A VICENTE


Atrapada en el tren humeante de calor, tres de la tarde a Santiago, dos bolsos gigantes y mis pasajes, me voy a Cartagena. El mar y sus dunas, caserones abandonados y un poema de Vicente, amarrado a una botella. Sueño con él, es un secreto, a veces lo revelo a mis amigas. Vicente y su legado de hombre aristócrata, enredado en asuntos demasiado privados, demasiado públicos. El diario aburre quiero leer a Vicente. Escucho su voz diciendo “sube hasta mi casa, quiero verte”. Es Vicente ya lo conocen, nada de secretos, no puedo esconderme. A Cartagena en un bus inundado de sal, el calor que sube por las escaleras. Vicente, Vicente, ¿dónde estás? Los habitantes de Cartagena ni se preocupan de encontrarte, disfrazan tus versos por cacharros de greda… más bien pienso… no saben que existes…

No hay comentarios:

Publicar un comentario