viernes, 6 de agosto de 2010


LA ESCOBILLA DE LA JUANA

Con las manos entumidas la Juana seguía con su escobilla, un sonido que recorría los pasajes de la población entera. Era la tarde de un día domingo. De pronto se oyeron dos disparos, nadie preguntó. La sangre iba corriendo por los pasillos de las casas, unas afirmadas en las otras y la sangre corría infestando sin lamentos hasta llegar a la avenida. La Juana con su escobilla a cabeza gacha pensaba que ya no quedaba nada para terminar la faena, que pronto le traerían más plata y que al voltear la cabeza, no se encontraría más con ese que la golpeaba, puesto que ya sabía que su sangre corría a sus espaldas.

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