jueves, 5 de agosto de 2010


TÚ Y LA LLUVIA

Desnuda sobre mí en un cuarto que huele a ti, recobro la memoria de quien soy. En el velador, cigarrillos esparramados, una triste canción andando por la aguja de un vinilo y la funda de una guitarra aturdida bajo tu enagua, tirada en la alfombra. Definitivamente este cuarto huele a ti. Y tú, desnuda sobre mí, llevando mi sombrero un juego perverso, no quiero compasión. Ni te fijas de lo enamorado que estoy. Cuando te marches ni sabrás que he quedado pensando en ti… en tus últimas palabras, lo que dijiste o lo que querías decir…. A mis cincuenta y tres años tu belleza juvenil atormenta mis demonios. Furioso intento retroceder y volver en mí, así como era antes de ti, sin embargo estás aquí con tu sonrisa, tus manías, tu cabello suelto, tus pensamientos, tu rostro perfecto…
Afuera la lluvia golpea con fuerzas el pavimento, se percibe el frío, los tacos altos de las mujeres corriendo a sus casas, si hoy deja de llover, pienso, mañana habrá más frío. En ese instante el sonido del despertador, tus ojos bajan rodando por las cortinas, descubres mis ojos y te ríes, agarras tu enagua y te vas cubriendo de a poco el cuerpo. Ya no miro, estoy con los pensamientos ahogados tras la lluvia. Allá tus medias, acá tus zapatos, el corpiño y una falda. Más acá un peine, tu cartera. Hablas y hablas no sé de qué. Tus hijos, tu esposo, tu madre y tu hermana, el auto, la casa, las cuentas, la lluvia y no sé qué más. Un beso con lengua, lo recibo sin alardear, te digo: “adiós negra” y te vas. Semi desnudo, agarro la guitarra lanzada sobre una silla y me pongo a pensar en ti, que huyes de mí, caminando de prisa bajo la lluvia, llegando a tu casa, encendiendo luces de unas cuantas habitaciones, que seguramente también huelen a ti.

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