jueves, 5 de agosto de 2010


SIN SALVACIÓN

Pudo haber sido hoy, pero fue ayer, cuando me puse este vestido de satín bordado con hilos de seda, traído de la India. Ahora yace sobre mi cuerpo mojado de lluvia, manchado de sangre. Los ventanales de este edificio empañados, no alcanzo a ver la ciudad. Un policía, otro más, una sargento y el diario con mi foto en grande, la pistola y los cigarrillos de José Manuel tirados en el asfalto, su cuerpo agujereado y sus bellos zapatos que también trajimos desde la India. ¿Qué dirán los Izaguirre? De seguro mirarán para otro lado, sin complacencia de mi desgracia ni de lo que siento, lo que pudo haber sido en otra parte pero fue en su casa. No permití que José Manuel me cambiara por otra, se lo dije muchas veces, hasta el cansancio, “estoy aburrido de tus celos”, gritó, “aburrido que me sigas, que rastrees mis llamadas, aburrido que inventes…” entonces subió al auto y yo le disparé. Habíamos salido de la casa de los Izaguirre luego de la cena en la que una chica con tremendo escote se acerba tanto a él. Todo esto pudo haber sido hoy, que ya no me afecta, que tengo más fría la cabeza y que ahora tengo ganas de fumar un cigarro apoyada al pecho de José Manuel. Rebusco en mi conciencia una tabla para mi naufragio ¿cómo me salvo?

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