martes, 18 de noviembre de 2014

CASA DE PALITOS

La casa de palitos sol sobre su techo, sol sobre el alambre del que cuelga nuestra ropa; calcetines, camisas y sábanas blancas, juega el viento y se confunde con ese canto tuyo de día domingo, ordenando papeles, hablando con el perro que acostumbra a echarse en silencio. Entonces me abalanzo sobre ti, me uno a tu boca dulce que aprieta mis labios y se llena el alma toda y no quier
o el día y las horas sino abrazarte acurrucada a tu pecho ¡total es domingo!

Nuestra casa de palitos mojada de rocío, la cruza una bandada de tortólas a cielo abierto, la mesa de mantel a cuadros se dispone el pan, hojas secas de naranjo, limón, cedrón, menta, mezcladas con el té; la servilleta, rebanadas de queso, leche y mate; el diario, la avena, el toronjil y la albahaca; mi vestido con flores, las trenzas y este amor inmenso que se esparce en la alfombra, sobre los libros, en la colcha nueva, el closet, las toallas, el espejo, los cubiertos; humea desde la olla donde flotan los ajos, pimentones, zanahorias, perejil, cilandro, los trutos de ave, el zapallo, las papas, el aroma a hierba que se pega en las paredes y los mil y tantos pliegues de todas las cortinas, de todas las ventanas con las que se arma nuestra casa de palitos.

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