domingo, 16 de febrero de 2014

CAPITULO XXIX: “Un golpe bajo”

Un viernes por la noche de regreso a Santiago, iba cruzando la línea ferroviaria de Graneros, llevaba la música fuerte, la ventanilla entre abierta y una botella a medio terminar en la guantera, a veces la empinaba cuando nadie me veía, otras, detenía el auto en una bomba bencinera o simplemente en la fila interminable de vehículos en las mañanas por el centro de la ciudad.
La reconocí de inmediato; con el cabello atado, unos kilos de más, empujando un coche de guagua. La vi urgida de ayuda para trasladar ese coche desde la línea al otro lado. Frené en seco, bajé presuroso, tomé aquel coche y lo transporté en andas, los vehículos hacían sonar sus bocinas en un llamado desesperado tras de mí.
Ella me miró agradecida, con los ojos repletos de lágrimas. Suficiente, subí al auto y me marché sin decir nada. Esa imagen hirió todos mis principios, me hizo dar cabezazos contra la pared por las noches. Aún no superaba aquello, era más tremendo de lo que supuse.

Toda vez que iba a Graneros, podía verla cruzar miradas apenas, un centímetro de distancia, una minúscula grieta entre ella y yo, un impulso ¡y ya! Siempre fui el perdedor en esta historia por esa estúpida falta de decisión que se cuaja en mí y me hace sentir tan imbécil…

En el invierno volvimos a toparnos al doblar una esquina, yo llevaba varias cosas en las manos: tarros de conservas, bebidas, etc. En la confusión todo aquello se vino abajo, los tarros rodaron por el pavimento, las botellas giraban sin detenerse. Nos vimos a los ojos y reimos a carcajadas, ayudó a reunir todo eso y meterlo dentro del automóvil, entonces se lo dije:
-          ¿Te casaste?
-          Sí… ya lo sabes ¿para qué preguntas?, tenemos un hijo, eso también lo sabes …
-          ¿Por qué no me esperaste?
-          Nunca dijiste nada… ¿Por qué ahora?
-          No era necesario ¿o si?
-          Yo te esperé
-          ¿Me esperaste?
-          Te alejaste, nunca estabas, los diarios hablaban de ti como si fueras otra persona, tan distinto… no eras tú
-          Cuando nos encontramos en el tren parecías estar bien…
-          Necesitaba una palabra tuya, solo una palabra y me detenía, una señal y sin embargo me dejaste allí como si no te importara…
Quise besarla, retrocedió, dijo que se iba, que era tarde, en fin, una serie de excusas que ni escuché.
-          ¿Estás enamorada de él? – Le alcancé a insinuar, dijo que no con la cabeza y se fue rápidamente.

Subí al vehículo, abrí la guantera, saqué la botella y la bebí toda, casi sin respiración.

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