(Crokis de mi nueva novela aún sin nombre)
Doblando
la curva que lleva hacia el lote de eucaliptus y pequeños predios con
alambrados, la encontré forcejeando con un tipo, insultándolo, empuñando una
botella. La vi con esos jeans desteñidos, tacos vaqueros y una ajustada polera
de algodón apegada a sus pechos. La vi y supuse que estaba llamándome, supuse
que se aferraría a mí en esa apuesta terrible y fastidiosa que nos pone la vida
para probarnos hasta dónde somos capaces de llegar con tal de sentirnos
felices. Bajé del auto y le propiné unos golpes al tipo, no sé por qué estaba
tan furioso, tan descontrolado… el hombre caído al suelo, ebrio como ella, ni
se movió. Aproveché la pausa y la subí al auto, creyendo robarle al tipo un trofeo.
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